En un mundo donde la agilidad en los procesos financieros marca la diferencia, las tarjetas corporativas surgen como un recurso clave. Sin embargo, su utilización genera retos que toda organización debe afrontar con estrategia y responsabilidad.
Durante el primer trimestre de 2025, las empresas en España registraron casi 100 millones de operaciones con tarjetas corporativas, un incremento del 12% respecto al último trimestre de 2023. Este auge refleja una transición acelerada hacia métodos digitales de pago y gestión financiero-contable.
El volumen de compras ascendió a 5.860 millones de euros en el periodo, superando en 100 millones el registro del trimestre anterior. Las grandes empresas de distribución concentraron el 22% de este gasto, seguido por el comercio minorista con un 20% y supermercados con 16,5%. Otras categorías relevantes incluyen gasolineras, restaurantes, viajes y entretenimiento.
Las tarjetas corporativas, ya sean de crédito, débito o prepago, están vinculadas directamente a la empresa y facilitan a los empleados asumir gastos profesionales sin desembolsos personales. Estas herramientas reemplazan los tradicionales reembolsos, acortan tiempos administrativos y aportan transparencia instantánea en cada transacción.
En España, predomina el uso de tarjetas de débito, con pagos cercanos a los 3.000 millones de euros, frente a los 2.800 millones en crédito. Esta preferencia obedece a la voluntad de evitar acumulación de deuda y mantener un control más estricto sobre los fondos disponibles.
La adopción de estas tarjetas conlleva beneficios claros, pero también desafíos que requieren políticas sólidas y sistemas de supervisión permanentes.
No obstante, existen dilemas que toda compañía debe gestionar para evitar sorpresas desagradables.
El mercado ofrece múltiples plataformas diseñadas para controlar y optimizar estos gastos. Sistemas como Factorial, Pleo, Spendesk, Qonto, Payhawk y SesameHR han desarrollado funcionalidades específicas para cada necesidad.
Entre las capacidades más destacadas encontramos:
Adicionalmente, estas herramientas permiten el bloqueo inmediato de cajeros o la congelación de tarjetas ante irregularidades, alertas instantáneas de violaciones de política y dashboards centralizados para seguir el estado financiero con visibilidad global y detallada.
El futuro de la gestión de tarjetas corporativas se perfila hacia una mayor internacionalización y tecnología avanzada. Entre 2020 y 2025, las transacciones electrónicas crecerán un 82%, alcanzando 1.800.000 millones de operaciones. Esto impulsa el uso de tarjetas virtuales y aplicaciones móviles para pagos B2B.
Las compras contactless dominan más del 70% de las transacciones físicas. Las pymes elevan su presencia global, con un 50% ya activos en mercados internacionales y un 65% que planean expandirse. La inteligencia artificial se convierte en aliada para detectar patrones de fraude y optimizar auditorías.
Implementar una estrategia sólida es clave para aprovechar al máximo estas soluciones y minimizar riesgos.
La combinación de formación, políticas internas claras y tecnología avanzada genera un ecosistema financiero seguro y dinámico donde cada euro está bajo control.
El dilema de las tarjetas corporativas no radica en su utilidad, sino en cómo se gestionan. Contar con información actualizada, adoptar herramientas tecnológicas y aplicar buenas prácticas financieras esenciales permite transformar un posible riesgo en una ventaja competitiva.
En un entorno empresarial que exige rapidez y transparencia, diseñar un sistema de gestión de gastos robusto es fundamental para impulsar el crecimiento, fortalecer la confianza interna y mantener la salud financiera de la organización a largo plazo.
Referencias